Para construir la pieza cuadrada:
Y ya sólo queda colocar las piezas para demostrar el teorema de Pitágoras:
http://www.sunsite.ubc.ca/DigitalMathArchive/Euclid/perigal/perigal.html
por Belén Garrido
Para representar la unidad y los números hasta el 4 se usaban trazos verticales. Para el 5, 10 y 100 las letras correspondientes a la inicial de la palabra cinco (pente), diez (deka) y mil (khiloi). Por este motivo se llama a este sistema acrofónico.
Los símbolos de 50, 500 y 5000 se obtienen añadiendo el signo de 10, 100 y 1000 al de 5, usando un principio multiplicativo. Progresivamente este sistema ático fue reemplazado por el jónico, que empleaba las 24 letras del alfabeto griego junto con algunos otros símbolos según la tabla mostrada a la izquierda. De esta forma los números parecen palabras, ya que están compuestos por letras, y a su vez las palabras tienen un valor numérico, basta sumar las cifras que corresponden a las letras que las componen. Esta circunstancia hizo aparecer una nueva suerte de disciplina mágica que estudiaba la relación entre los números y las palabras. En algunas sociedades como la judía y la árabe, que utilizaban un sistema similar, el estudio de esta relación ha tenido una gran importancia y ha constituido una disciplina aparte: la kábala, que persigue fines místicos y adivinatorios.
En realidad la fractalidad es muy habitual en la naturaleza (sorpresa!) y la pregunta que debe hacer nuestra mente científica es… por qué?
Resulta que la fractalidad es muy práctica: repetir partes hasta la saciedad es una forma muy útil de aumentar la superficie (sin tener que aumentar demasiado el volumen)
Nuestros órganos, por ejemplo, son fractales (piensa en tus pulmones).
Es la misma estructura repetida una y otra vez, lo que se traduce en un aumento de superficie muy eficiente (de ahí que esté hasta en la sopa).
Más información en este vídeo de SmartPlanet: